Eugenia, mi muñeca de
trapo
Eugenia es una muñeca de trapo, alta y con el porte de una púber, con aspecto
inocente y de gran recato, con enormes
y expresivos ojos azules, como el cielo al amanecer, de labios color
carmín y mejillas
sonrojadas cual doncella primaveral, vestida
al estilo de una dama de antaño, con un traje de flores del que sobresalen sus
enaguas, sobre su cabeza un
gorro haciendo juego con su atuendo y cabellos rosa trenzados con cintas color
verde agua.
Eugenia es una muñeca que alguna vez una niña, sintiéndose ya mujer, dejó en un
rincón olvidada y que más
tarde una mujer soñadora, sintiéndose niña quiso tomar por compañera, para
decorar, en ocasiones, su cama y en otras su mecedora; y es allí donde comienza
este relato:
Durante el día Eugenia permanece plácidamente sentada en una poltrona sin
inmutarse, mientras en su regazo sostiene un palo de lluvia, que en algún
tiempo un cuenta cuentos, le regaló a su ama, y que al llegar la penumbra de
manera casi imperceptible, ella suavemente al mecerse hace sonar, haciendo que
de él fluyan las dulces notas de la lluvia al caer, propiciando con este singular sonido, las
condiciones perfectas para que su dueña se duerma profundamente, y en este
estado, Eugenia aprovecha para fugarse e ir al encuentro con su amor furtivo,
con el que se hace cita cada noche para recorrer junto a él, cualquier playa
paradisiaca, alguna estancia de flores o tal vez volar por un cielo cargado de
estrellas, logrando así hacer realidad los sueños aprisionados en su estructura de trapo .
Ambos huyen del bullicioso mundo, de la envidia y la falsedad o de los
hipócritas que hablan del amor pero nunca lo han sentido vibran en su corazón.
En medio del silencio y la oscuridad, son libres de los prejuicios que la
sociedad impone para
controlar a quienes solo quieren ser cautivos de sus nobles
sentimientos y de sus particulares emociones, con un proyecto único, el de no
dejar escapar el momento que se les ofrece como el perfume de una flor. Juntos, quizás viajen a la tierra de nunca
jamás para encontrarse con Peter Pan o tal vez irán en busca de Alicia al país
de las maravillas, para vivir intensamente un cuento de hadas, antes que
comience a rayar el alba, transformando en realidad, todo lo inimaginable pero
estupendo, que ser alguno pueda concebir, sin presiones, ni compromisos que
obliguen, solo lo que marca el corazón.
Al aproximarse la aurora, cuando comienza asomarse el nuevo día, Eugenia debe regresar a su habitación, sentarse en la mecedora y
retomar su condición, antes que su ama despierte y note su ausencia.
Cada mañana la señora, al levantarse observa todo a su alrededor, mira su muñeca y contempla en su
rostro una sonrisa placentera, como la que muestran quienes disfrutan intensamente cada instante de la
vida, sin imaginar la travesía que cada noche Eugenia osa experimentar. En
ocasiones su amado no se presenta al encuentro y ella, tranquila, mira el
firmamento desde la ventana, esperando que algún destello de luz revele su
presencia o le traiga algún mensaje, y al no tener señales de él, Eugenia se
deja llevar en los brazos de Morfeo hasta el mundo de los sueños, donde
seguramente él la estará esperando, ansioso por protagonizar un nuevo y
maravilloso cuento de muñecos de trapo.
Lcda. Elsa Santana
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